Franco asumió la Dirección de Migraciones en 1995 durante la gestión de Carlos Menem, y lideró el Organismo hasta el año 2000. Tuvo una misión casi excluyente, transformar ese área “donde los movimientos migratorios se asentaban en fichas de cartón arrumbadas en un sótano y comidas por ratones” en una dependencia moderna y digitalizada para contar con un sistema acorde a los estándares universales de los países desarrollados.
La información sobre los datos migratorios es indispensable para un país, involucra desde los planos estadísticos sobre los que el Estado planifica estrategias en relación a temas internacionales, como a la actividad económica y especialmente al combate contra el delito de circulación ilegal, trata de personas y hasta el crimen organizado.
Durante esos años Franco avanzó en la digitalización de los datos de Migración y sentó el antecedente para la conformación de una “base de datos inteligente” que le permitiera al Estado formular estadísticas, combatir las mafias y apoyar a otras áreas del Gobierno.
Todo el nuevo sistema de digitalización redundó además de los aspectos vinculados a la Seguridad, en una agilización y simplificación de los trámites, reducción de las largas colas y un servicio de calidad con las debida y correcta atención al público.
La planta de personal de Migraciones recibió cursos de capacitación y formación profesional, se elevaron los estándares de calificación de los agentes y se formó especialmente a los empleados de atención al público.
“El migrante lo hace muchas veces buscando nuevos horizontes o tratando de superarse, pero también exponiéndose al desarraigo y el temor frente a lo nuevo y lo desconocido, así pasó en muchos casos con nuestros abuelos. Darle a esa persona una trato digno y respetuoso es una cuestión humanitaria básica. Nosotros nos ocupamos de desterrar cualquier forma de maltrato y corregir vicios que algunas veces se arraigan en la administración pública. Nos propusimos aliviar la ya dura tarea de un hombre o una familia de radicarse en otro país”.
La reforma del sistema de Migraciones involucró no sólo la incorporación de tecnología y equipamiento sino una restauración integral de sus instalaciones. La obra civil que se realizó en ese período era imprescindible para alojar el nuevo sistema en una infraestructura acorde. La fisonomía que de modo tan característico se recorta en la actualidad sobre la Costanera Este y el Río de la Plata fue renovada en esta época en base a estudios que realizaron un rescate histórico del edificio y su puesta en valor.
Esta etapa involucró también todo el rediseño del sistema de delegaciones en el Interior del país abriendo y relocalizando las delegaciones de modo de cubrir él extenso territorio de la Argentina.
Las delegaciones son un modo de facilitación de trámites pero a la vez de mayor control y seguridad, por eso en el marco del nuevo sistema ocuparon un rol estratégico.
